Soledad Sevilla. Mi propio paisaje
Artista que entiende la pintura como una postura vital, y que nos presenta su paisaje, ordenado, liviano, puro y franco, basado en una profunda investigación
La muestra ha sido concebida específicamente por Soledad Sevilla para la sala Kubo Kutxa, inspirándose en las sugerencias del espacio en la que va a ser instalada. Toma su título del verso de Pessoa «Yo soy mi propio paisaje», y se detiene en cuatro escenarios esenciales de su trayectoria:
1. Nada temas
Soledad Sevilla ha creado para esta exposición la obra instalativa titulada Nada temas, 2023, partiendo del verso tomado del poema de Santa Teresa de Ávila Nada te turbe. Se trata de una creación fugaz, frágil; en esta instalación lleva a la arquitectura su preocupación en torno a la línea y el plano. Delinea la profundidad y el volumen de la estructura que dibuja en el espacio con trazos de luz, que en realidad son simples hilos de algodón instalados de forma rítmica y geométrica atravesando el vacío, tejiendo el aire, creando un ambiente de espiritualidad sublime. Como el título sugiere, el arte tiene la capacidad de revelar verdades místicas.
2. Permutaciones y variaciones de una trama
La abstracción geométrica más pura, dibujos seriales de los inicios de su carrera, en los que a través del uso repetitivo de la línea crea espacios depurados, ficticios, generando una experiencia emocional de serenidad cuasi mística. Realizados en los años 70 y 80 sobre rollos de papel continuo, creando estas estructuras geométricas infinitas. Algunos de estos trabajos, inéditos en muchos casos, realizados durante su estancia en Boston, se pueden ver en esta exposición.
3. Arquitecturas agrícolas
La observación la naturaleza es la fuente de inspiración para las series situadas en la gran sala central.
Arquitecturas agrícolas se inspira en el paisaje de la Vega de Granada y, en concreto, en los secaderos de tabaco que se diseminan en ella. Se trata de construcciones tradicionales rurales, bastante rudimentarias, en las que habitualmente se colgaban las plantas y hojas de tabaco para protegerlas del sol y la lluvia, al tiempo que se facilitaba la ventilación, en su proceso de secado. La artista evoca y reproduce de forma poética esas construcciones en metal, neopreno o papel, materiales maleables, creando juegos de luces, como los que se producen al entrar en estas humildes construcciones.
Retablos. Soledad Sevilla rescata también los secaderos de tabaco, construcciones que lentamente van desapareciendo, de modo que perviven en nuestra memoria. Se inspira en esa arquitectura vernácula, en las maderas destartaladas que permanecen de estas arquitecturas de origen agroindustrial, para sus Retablos, en los que las pinturas recrean el ritmo y las texturas de las tablas, como vallas, que nos invitan a pasearlas deteniéndonos en los detalles. La intervención en sala, formada por Retablo A, Retablo B y Sonata sin futuro, se configura como un retablo moderno, como una instalación, una capilla en la que los cuadros conforman un espacio majestuoso y espiritual, que nos rodea, acoge y sobrecoge. Consigue provocar una experiencia trascendente.
Arpilleras. Ahora se detiene en un elemento más humilde, frágil y efímero como son las arpilleras que recubren estas construcciones aislando y protegiendo las plantas de las inclemencias externas.
Este material está presente en obras como Nuevas lejanías negro, Las lunas oscuras de cristal y Las lunas oscuras de plata y en la serie Silencio. Le interesa de estos tejidos su liviandad, la luz que filtran, el paisaje difuso que ofrecen a su través.
4. Muros
De la abstracción geométrica más pura, transitamos en sus Muros a la abstracción más lírica, obras en las que confluye lo geométrico y lo orgánico. Son obras en las que el gesto se evidencia y aparece el ritmo de la pincelada, cómo se suceden y acumulan las hojas de las plantas trepadoras que envuelven los muros de la carrera del Darro de Granada. Estas — Sal y Sica— son obras inspiradas en el mundo vegetal, abriendo la conexión con una naturaleza a veces expresa, pero muchas veces enmarcada en elementos que enfatizan la fuerza de la poesía que exhala la creación de Soledad Sevilla: enormes cuadros formados por hojas de diferentes tonalidades que podrían ser el fragmento de una enredadera infinita, hojas de diferentes tonalidades, con variaciones sutiles, que evocan el paso del tiempo, la fugacidad de la materia, la frágil permanencia de las cosas y de la propia vida. A fin de cuentas, a la artista le fascina lo pasajero.